jueves, 11 de diciembre de 2025

PINTURA: JOAN MIRÓ


Naturaleza Muerta con Zapato Viejo (1937) es una de las piezas más emblemáticas de la producción de Joan Miró, si bien no es la más representativa. 

Una sensación de angustia domina todo el lienzo: El zapato viejo, el triste mendrugo de pan, el tenedor desproporcionado… son símbolos que llenan la escena de desasosiego, una sensación intensificada por la fuerza de los colores vivos que destacan sobre el fondo negro de la tela.

Para comprender la obra es necesario situarla en su contexto, que es, por una vez esencial: la angustia provocada por la tragedia de España. Viene a ser el Guernica de Miró. No ilustra un episodio de la Guerra Civil Española, no representa los horrores de la guerra, pero lo expresa.

Hablamos de un cuadro que reproduce la sensación de angustia, de dolor, de pánico que en España se estaba viviendo. Esa sensación brutal se intensifica por el empleo de una luz nocturna, irreal, agobiante, represora. Miró lleva a cabo una división de las superficies en negros, verdes, amarillos y rojos, que parecen manchas fantasmagóricas. El incendio de colores destruye y recompone los objetos y lucha rabiosamente o disimuladamente con los trozos de oscuridad, las formas negras y las sombras proyectadas contra el cielo alucinado. Una iluminación dura parece venir de delante de la tela, pero su foco es impreciso o más bien móvil y movedizo como las llamas de un incendio.

La naturaleza muerta tiene las grandes proporciones de la tragedia, y la pobreza usual de los objetos que la componen acentúa aún más esta sensación. Consigue una relación entre el zapato y el resto de los elementos colocados sobre la mesa, la botella, una manzana con un tenedor clavado, y un mendrugo de pan. En el tratamiento de los colores consigue un efecto de máxima agresividad ya que son tonos ácidos y violentos.

Los objetos elegidos son muy sencillos y simples, y están tratados con esa sencillez y simpleza que caracteriza al pintor, pero adquieren un carácter simbólico; por ello distorsiona el zapato que se hace enorme y el tenedor descomunal, tenedor que pincha de forma salvaje una papa. La botella parece vigilar la escena, de ella parecen salir duendes, figuras irreales que contemplan con una carcajada la brutalidad innecesaria en la que una nación ha caído.

Miró no volverá a emplear esa violencia y agresividad de colores, es sólo en esta ocasión y por encargo de la República para la Exposición Universal de París.

miércoles, 10 de diciembre de 2025

POESÍA: AMOR Y DESAMOR


Cuando nos dirigimos al amor

todos vamos ardiendo.

Llevamos amapolas 

en los labios

y una chispa de fuego 

en la mirada.

Sentimos que la sangre

nos golpea las sienes, 

las ingles, las muñecas.

Damos y recibimos rosas rojas

y rojo es el espejo 

de la alcoba en penumbra.


Cuando volvemos del amor, 

marchitos,

rechazados, culpables

o simplemente absurdos,

regresamos muy pálidos, 

muy fríos.

Con los ojos en blanco, 

más canas y la cifra

de leucocitos por las nubes,

somos un esqueleto 

y su triste derrota.

PINTURA: TORRES GARCÍA

 


Joaquim Torres García es el fundador de una corriente artística llamada universalismo constructivo, que integra las raíces indígenas y populares dentro de la estructura del lenguaje constructivista. A través de ella, el artista propuso una síntesis entre lo racional y lo espiritual, lo contemporáneo y lo ancestral y entre el Norte y el Sur, ofreciendo un modo de ver, entender y representar la modernidad desde Latinoamérica.

Su pintura constructiva admite una lectura formal, plástica y semántica de índole espiritual. Cuadrados y rectángulos son organizados con una idea mística del orden con numerosos símbolos provenientes del patrimonio universal.

Torres afianza composiciones que luego serán distintivas: una estructura geométrica, de celdas construidas siguiendo los principios de la proporción clásica; dentro de ellas se insertan signos de aspecto esquemático combinados con números y grafismos. Se trata de elementos que provienen del acervo filosófico universal y del suyo propio en los que se identifican símbolos alquímicos, masones, de la antigüedad clásica, del cristianismo primitivo, de culturas precolombinas, de la modernidad técnica o simples utensilios de la vida cotidiana, tomados como formas para determinadas soluciones plásticas.


En sus pinturas tempranas se encuentran referencias al mundo antiguo greco-romano, así como a maestros del arte español y renacentistas italianos, las mismas se caracterizan por un ajustado dibujo de gran sobriedad cromática y una particular geometría de corte modernista. A partir de 1928 y de su vinculación con Mondrian y Van Doesburg, promotores del sintético neoplasticismo, comienza a introducir en sus pinturas el entramado ortogonal que continuará desarrollando durante el resto de su vida. Torres García consideraba que el arte debe estar al servicio de la razón y de la armonía del orden cósmico y lo plantea en su obra a través de símbolos y signos universales dentro de una estructura construida sobre la proporción áurea o regla de oro.

La vinculación de Torres-García con Cataluña fue muy profunda: no solo su padre era catalán (de Mataró) y se casó con una catalana (Manolita Piña), sino que la mitad de su carrera artística se desarrolló en Cataluña. De hecho, llegó concretamente a Mataró en 1891, a bordo del barco Giava, después de hacer escala en el puerto italiano de Génova procedente de su Uruguay natal. Tenía solo diecisiete años y tras un primer año en Mataró se instaló en Barcelona, donde residió –salvo estancias puntuales fuera– hasta 1920, cuando se fue a vivir a Nueva York.

martes, 9 de diciembre de 2025

POESÍA Y CINE: EL DORADO


Un caballero alegre y audaz

de día y de noche cabalgando va.

Y canta su canción 

mientras sigue osado

a la busca de El Dorado.


Pero vano fue su esmero

y ya viejo el caballero,

por la sombra el corazón 

sintió apresado,

al pensar que nunca llegaría el día

en que hallaría El Dorado.


Sin fuerzas, exhausto

ya pierde su fe.

Pero de repente, una sombra ve.

"¡Sombra!", grita airado

"Dime donde se halla

la tierra llamado El Dorado”.


Montes de luna cruzando, 

a valles de sombra bajando, 

cabalga siempre osado... 

a la busca de El Dorado.

Edgard Allan Poe


No es habitual que se recite poesía en un western. Pero este poema sí sale a relucir en varias ocasiones a medida que se desarrolla la historia que se narra precisamente en el film "El Dorado". Siempre me chocó ese hecho, pero lo que no sabía era que resultaban ser fragmentos de un poema de Edgard Allan Poe. 

Soy un amante de las películas del oeste y esta en concreto está entre mis favoritas porque aporta también notas de humor que la vuelven aún más atrayente. Si a ello le sumamos la dirección de Howard Hawks y un elenco protagonista magnífico, podemos asegurar que lo tiene todo. Poesía incluida, claro. 



PINTURA: VERMEER


Una dama escribe una carta con su sirvienta
es una escena de género barroca del pintor neerlandés Johannes Vermeer realizada entre 1670 y 1671. La obra muestra a una mujer de clase media que se encuentra escribiendo una carta mientras su sirvienta mira por la ventana. 

En un primer plano, situando entre el espectador y la mesa una silla como era frecuente en el maestro de Delft, nos encontramos con la señora de la casa, afanada en la escritura. La mesa se cubre con un rico tapiz oriental y sobre él podemos observar ligeramente la escribanía de plata, mientras que a los pies de la silla se aprecian el precinto y el sello. La criada está en un prudente segundo plano, con los brazos cruzados, dirigiendo su mirada hacia la ventana donde se reproduce un irreconocible motivo iconográfico que los expertos identifican con la Templanza. En la pared del fondo se exhibe un lienzo con el tema de la salvación de Moisés en el Nilo, aludiendo a la práctica habitual de abandonar niños no deseados.

Ambos elementos simbólicos indicarían que estamos ante una relación extraconyugal contra la que las autoridades intentaban luchar, utilizando incluso los cuadros como instrumento pedagógico. En cuanto al estilo, Vermeer gusta de utilizar un potente foco de luz procedente de la izquierda, en sintonía con los trabajos de Caravaggio, creando una atmósfera envolvente que resalta los brillos de las tonalidades, acercándose así a la escuela veneciana y a Rembrandt. La ubicación de los diferentes elementos en planos paralelos al espectador y la bicromía de las baldosas serán técnicas habitualmente utilizadas por el maestro de Delft para crear la sensación de perspectiva. El color se aplica de manera “puntillista”, repartiendo de forma chispeante la luz por toda la superficie pictórica.

El trabajo de Vermeer muestra un nivel sin precedentes de dominio artístico en su ilusión de la realidad. Las figuras que emplea a menudo son silenciosas e inactivas, lo que contribuye a la atmósfera solemne y misteriosa de sus pinturas. La obra expone muchas características de las obras de Vermeer, como su obsesión con el eje interior/exterior de los espacios, los suelos con baldosas, los vestidos, marcos de ventanas, la pintura de las paredes y la geometría.​


El aumento del nivel intelectual en la Holanda del Barroco permitiría que un amplio número de mujeres pertenecientes a la burguesía aprendieran a leer y escribir, plasmando así sus sentimientos en papel. Las cartas amatorias provocarían importantes controversias jurídicas ya que se hacía necesario aclarar si implicaban adulterio o compromiso matrimonial, al comprobarse la culpabilidad de quien las escribía. Vermeer no dudaría en incorporar la temática amorosa y especialmente la relacionada con las cartas, en un buen número de sus escenas de género. Uno no puede dejar de preguntarse si esta segunda obra no será una continuación, en la que la protagonista recibe la respuesta a su carta inicial. 

lunes, 8 de diciembre de 2025

POESÍA: DIFERENTE


Descubrimos la impostura 

del ídolo 

con los pies de barro.

Salimos de sus ciénagas 

pronunciando sortilegios,

y el Fauno nos sacó 

del laberinto

de los falsos alfabetos.

Allí descubrimos 

al Unicornio Blanco,

encadenado 

entre retazos mentirosos.

Conocimos los arcanos,

meditamos más allá 

de la existencia

y ultrajamos los sofismas 

escalando las montañas

del Asceta.

Y giramos entre 

aquellos torbellinos 

que negaban 

nuestra esencia.

Al salir de la tormenta, 

esperando tras la puerta,

estábamos ahí

de nuevo, pero ahora 

todo es diferente.

domingo, 7 de diciembre de 2025

POESÍA: PENAS


¡Soledad! 

¿en qué te pierdes?

¡siempre que te pierdes

me encuentras rumiando

las penas por las esquinas!

Tal vez el oficio de poeta 

sea el de contar

lo que se oculta, 

la verdad del dolor 

que se siente

a nivel personal

o colectivo. 

Y si me causas 

un vacío existencial

¿En qué te pierdes, 

que siempre que te pierdes

me encuentras rumiando

las penas por las esquinas?

Tal vez tienes razón 

y sirva la verdad que escribo

para esconder las mentiras

que nos cuentan

y esta tarde y esta plaza 

en realidad no existen más 

que en lo que el viento se lleva

o el sueño de un poeta 

que soñaba que todos

podríamos disfrutar

con algo parecido a vivir.

El reloj marca 

las 5 de la tarde,

pero eso es otro sueño 

dentro del sueño que escribo.

A veces ya no distingo 

entre sueños, 

verdades y mentiras.

Ojalá sea verdad 

lo que escribo, 

sería deprimente limitarse

a soñar lo que vivo 

rumiando las penas 

por las esquinas.

PINTURA: MURILLO


Bartolomé Esteban Murillo fue un pintor barroco español formado en el naturalismo tardío que evolucionó hacia fórmulas propias del barroco pleno, con una sensibilidad que anticipa en ocasiones el Rococó.

Murillo utiliza aquí aquí el mismo tono amable y anecdótico y la misma atracción hacia los desheredados y la gente sencilla que en las célebres composiciones donde son protagonistas los niños; capta de la misma forma las reacciones espontáneas y nos muestra en él a dos mujeres que parecen dirigirse al espectador con rostros sonrientes. La más joven apoya sus brazos en el alféizar de la ventana, expresando en su rostro una sonrisa cargada de malicia y dotada de cierta retranca. La mayor, intenta ocultar su expresión divertida llevándose la toca a los labios, por más que el destello de sus ojos muestre de forma evidente que comparte el jolgorio de su más joven acompañante.

Hoy por hoy, el motivo de la risa se nos muestra imposible de dilucidar, por más que se hayan aventurado algunas teorías. Algunos, apoyándose en el título antiguo de la obra, “Las gallegas”, aducen que nos encontramos ante dos mujeres del noroeste de España –región muy pobre y deprimida- que alcanzaron cierta notoriedad en Sevilla como prostitutas, de modo que, de estas dos mujeres, la de mayor edad, sería la alcahueta. De ello se deduce que la más joven de ellas podría estar llamando la atención de un hipotético cliente. La generosidad de su escote y sus adornos florales, avalarían esta teoría.

Lo que parece estar claro es que en el siglo XVII no estaba bien visto que las mujeres honradas se asomasen con descaro a las ventanas, porque, para mirar lo que ocurría en la calle, sin ser vistas, estaban las cortinas y celosías. De ahí que el refranero del Siglo de Oro se encuentre plagado de expresiones que aluden a la dudosa moralidad de las mujeres que emplean su ocio asomadas a la ventana. Algunos ejemplos pueden ilustrarlo: “Moza que se asoma a la ventana cada rato, quiérese vender barato”, “Mujer ventanera, busque a otro que la quiera”. Otros historiadores, en cambio, sostienen que estamos ante una simple escena de coqueteo y que Murillo sólo pretendió realizar un elogio de la gracia y feminidad de las mujeres de Sevilla. Teoría más edulcorada y mucho menos probable.

La composición del lienzo es muy acertada: un ángulo recto acodado en la esquina inferior izquierda del marco encuadra la escena. El ángulo está señalado por el alféizar y la contraventana de madera, y por las dos mujeres, la jovencita apoyada y la más mayor que se asoma. De este modo, gran parte del cuadro queda absolutamente vacío y la mirada del espectador se ve atrapada por las dos simpáticas figuras femeninas, que destacan contra un fondo oscuro sin iluminación ni referencias espaciales. Después de varios siglos, las miradas de estas dos mujeres siguen teniendo la frescura y la fascinación de todos los que las contemplan… como pudo mirarlas y apreciarlas el propio Murillo.